Problemas actuales


Fragmento de Manifiesto contrasexual. 2002

 

Comprender el sexo y el género al modo de tecnologías permite zanjar la falsa contradicción entre esencialismo y constructivismo. No es posible aislar los cuerpos (como materiales pasivos o resistentes) de las fuerzas sociales de construcción de la diferencia sexual. Si prestamos atención a las prácticas contemporáneas de la tecnociencia veremos que su trabajo ignora las diferencias entre lo orgánico y lo mecánico, interviniendo directamente en la modificación y la fijación de determinadas estructuras del viviente. Foucault, en el último período de su vida, llamó “biopolítica” precisamente a esta nueva fase de las sociedades contemporáneas en la que el objetivo es la producción y el control de la vida misma. La nueva biotecnología está anclada, trabaja simultáneamente sobre los cuerpos y sobre las estructuras sociales que controlan y regulan la variabilidad cultural.3 De hecho, es imposible establecer dónde terminan “los cuerpos naturales” y dónde comienzan las “tecnologías artificiales”; los ciberimplantes, las hormonas, los trasplantes de órganos, la gestión del sistema inmunológico humano en el VIH, la web, etc., no son sino algunos ejemplos.


La sociedad de la transparencia

Luis Sáez Rueda.
Es cierto que somos seres sociales de modo radical, es decir, que los otros no solo nos acompañan, sino que constituyen lo que somos. Pero hay también una potencia excéntrica que nos separa de ese todo comunicativo (sin romper el vínculo con ese suelo común humano; generando, más bien, una tensión con él) y que reclama también sus derechos. Hay una soledad inherente al propio ser, sin la cual ni siquiera tendría sentido imaginar la compañía y la inmersión en lo colectivo. No se trata de aislamiento, que es otra cosa, sino de un campo de juego propio, incrustado en el alma, que sería defraudado y domesticado si no lo acompañase el silencio más completo. Recuerdo que la primera vez que comprendí esto, me asaltó un estremecimiento inquietante y profundo, tan profundo como un abismo: para vivir verdaderamente, es necesario tener un propósito, un proyecto, sobre el cual nada se dirá a nadie. No por egocentrismo; no por oscurantismo; no por exceso de celo con la intimidad; sino por probarse a sí mismo, por probar si se es capaz de soportar la gravedad de la existencia más allá del bálsamo que produce el reconocimiento y el saber de los otros. Produce un escalofrío y un temblor esencial; y parecería que con ello se conmueven los fundamentos del mundo humano mismo. Tener un propósito o un proyecto en el cual se ponga el corazón y la máxima esperanza. Y determinarse a morir con ese peculiar secreto. Todo lo que hacemos espera de los demás una mirada o una escucha. Y eso no está mal. Es humano. Ahora bien, anhelar algo esencial, en lo que se juegue la vida, perseguirlo, cuidarlo, prestarle una cura cuando se vea aguijoneado por la desgracia, promoverlo.... habitar ahí, en suma.... Y conferirle tanto valor que ni siquiera el reconocimiento de los otros pueda restarle a ese reto la dureza y problematicidad que supone. Convertirlo en eso que uno se llevará a la tumba por decisión y acuerdo consigo mismo. En eso que habrá existido solo durante un parpadeo en la historia del mundo. En eso que desaparecerá para siempre sin que haya dado alguna noticia de sí mismo. Lo extremadamente fugaz, porque no solo pasa en la brevedad de la vida, sino en el silencio del cosmos. Y, en vida, convertirlo en lo eterno, en el sentido último del vivir. Así, al margen del resto de los seres humanos, de vivos y muertos.
Todo lo que representamos y somos corre el riesgo de convertirse en un medio para otra cosa y, así, de pervertirse. Pero concebir un fin y una gran pasión que nadie conocerá jamás y que se llevará el viento de la muerte... eso, eso creo que constituiría una prueba de que se vive radicalmente. Por intenso que sea el temblor que produce.
Granada, 22 de febrero de 2022.
Byung-Chul Han. La sociedad de la transparencia.
Las cosas se hacen transparentes cuando abandonan cualquier negatividad, cuando se alisan y allanan, cuando se insertan sin resistencia en el torrente liso del capital, la comunicación y la información. Las acciones se tornan transparentes cuando se hacen operacionales, cuando se someten a los procesos de cálculo, dirección y control. El tiempo se convierte en trasparente cuando se nivela como la sucesión de un presente disponible. También el futuro se positiva como presente optimado. El tiempo transparente es un tiempo carente de todo destino y evento. Las imágenes se hacen transparentes cuando, liberadas de toda dramaturgia, coreografía y escenografía, de toda profundidad hermenéutica, de todo sentido, se vuelven pornográficas. Pornografía es el contacto inmediato entre la imagen y el ojo. Las cosas se tornan transparentes cuando se despojan de su singularidad y se expresan completamente en la dimensión del precio. El dinero, que todo lo hace comparable con todo, suprime cualquier rasgo de lo inconmensurable, cualquier singularidad de las cosas. La sociedad de la transparencia es un infierno de lo igual.
Capítulo 1
Capítulo 1