El cine de catástrofe como ensayo para el fin del mundo

Jaime Semprún, El abismo se repuebla.

 

 

 

Sobre Matrix y demás películas conspiranoicas: “Su objetivo es rematar la destrucción del sentido común, el aislamiento de cada uno en un escepticismo aterrorizado: Trust no one, no te fíes de nadie, el mensaje no puede ser más explícito.”

 

Ficciones tan siniestras sólo pueden verse a la manera de documentales, porque la realidad entera se percibe ya como una ficción siniestra.

 

 

 

¿Por qué nos gusta estar solos ante el fin del mundo? Soy el último ser humano de la Tierra.

Bernard Stiegler, Lo que hace que la vida merezca ser vivida.

 

 

 

Nosotros mismos, terrícolas del siglo XXI que no libramos ninguna guerra mundial y formamos el género humano, sabemos ahora que podríamos autodestruirnos. Hasta nuestros días, la posibilidad de extinción del género humano no había sido factible sino como el precio a pagar por la cólera de Dios –del pecado original. Ya no hay ninguna referencia religiosa para el origen de este extremo pesimismo planetario.

 

 

¿Cómo exorcizar el miedo a la catástrofe final? El gran espectáculo. La cólera de Dios.

 

La escena más heroica

 

Trust no one

 

Ya está dentro de nosotros.

Paul Virilio, La administración del miedo.

 

 

 

Antes, el miedo era un fenómeno relacionado con acontecimientos localizables, identificables y circunscritos en el tiempo: guerras, hambrunas, epidemias… Hoy, es el mundo mismo, limitado, saturado, encogido, lo que nos oprime y nos “estresa” provocando una especia de claustrofobia: crisis bursátiles, contaminantes, terrorismo indiferenciado, pandemias fulgurantes, suicidios “profesionales” (…). El miedo es mundo, es pánico en el sentido del término griego, en el sentido de “totalidad”.

 

El miedo a lo desconocido

 

Parece como si los grandes mitos bíblicos se fueran a realizar en la primera década del siglo XXI. Babel, con la caída de las torres gemelas; el Diluvio, con la conjunción del tsunami en 2004 y de Katrina en 2005; y luego el Éxodo de hoy con la probable inundación de las costas provocada por el aumento del nivel del mar como consecuencia del cambio climático.

Zizek, Viviendo en el final de los tiempos.

 

 

Cuando nos enfrentamos a la amenaza de una catástrofe que desestabilizara el mismo marco de nuestra ordinaria existencia, nuestra reacción espontanea es buscar un significado oculto; debe haber una razón para que suceda esto, tenemos que haber hecho algo mal. Cualquier significado es mejor que ningún significado: si hay un significado oculto, hay una cierta clase de dialogo con el universo.

 

Por eso es decisivo resistir a la tentación del significado oculto cuando nos enfrentamos a catástrofes potenciales o reales, desde el sida y los desastres ecológicos al Holocausto.

La primera reacción de Jerry Falwell y Pat Robertson a los atentados del 11-S fue verlos como una señal de que Dios había retirado su protección a Estados Unidos debido a las pecaminosas vidas de los estadounidenses. Culparon al materialismo hedonista, al liberalismo y a la rampante sexualidad, y afirmaron que Estados Unidos había recibido lo que se merecía.

 

Cuando se acaba cualquier esperanza. En nosotros habita nuestro peor enemigo. O no.